UNA NUEVA PRIMAVERA ESPIRITUAL


«Si se promueve la lectio divina con eficacia, estoy convencido de que producirá una nueva primavera espiritual en la Iglesia… La lectura asidua de la Sagrada Escritura acompañada por la oración permite ese íntimo diálogo en el que, a través de la lectura, se escucha a Dios que habla, y a través de la oración, se le responde con una confiada apertura del corazón… No hay que olvidar nunca que la Palabra de Dios es lámpara para nuestros pasos y luz en nuestro camino»

Benedicto XVI, 16 septiembre 2005


HISTORIA Y PASOS DE LA LECTIO DIVINA




INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO





miércoles, 24 de junio de 2015

La tiranía de la belleza


La consigna que emana de la cultura neoliberal y que hipertrofia el valor de la imagen es la siguiente: "Si no eres hermosa, si no eres alta, si no eres delgada, nadie te querrá". La importancia de la moda, el valor de la apariencia, el dominio decisivo del diseño están convirtiéndose en prioridades obsesivas. Adquirir y mantener una buena línea, ofrecer una imagen hermosa, estar a la moda estéticamente son aspiraciones que cotizan muy alto en el mercado de los valores. Todo sacrificio se da por bueno para alcanzarlas. Todo el dinero es poco para conseguirlas. Muchas mujeres están sometidas a esta horrible tiranía de la belleza.
No quiero ni imaginar el infierno en el que viven muchas adolescentes, obsesionadas por su imagen. Se trata la adolescencia de una etapa crucial en la que cristaliza la personalidad y se fragua la autoimagen. Una etapa en la que la persona necesita valer para alguien. Y valer ante sí misma. ¿Qué sucede con las jóvenes que no se aceptan, que se odian, que no soportan la imagen que proyectan en el espejo de los demás, que quieren ser otra persona para ser felices?
Prensa, revistas, televisión, publicidad nos ofrecen constantemente cuerpos esculturales, rostros jóvenes, sanos y hermosos que se convierten en el ideal de las jóvenes. Además de la naturaleza, no siempre generosa, hace falta un dinero que muchas no tienen para mantenerse atractivas. Ropa, joyas, maquillaje, cremas, perfumes, tratamientos, operaciones de estética... Las que son pobres, por no tener, ni siquiera han gozado de un buen régimen alimenticio.
Los esfuerzos para mantener la línea, para estar en forma, para ofrecer una imagen bien valorada llevan a una vida llena de privaciones y de renuncias. Y rebosante de angustia,. de ansiedad, de amargura y de tensión..
Hace poco se vio por las calles de Sao Paulo un afiche de la casa "Ranner", una de las cadenas de gimnasios más renombrada de Brasil, con la foto de una chica escultural y la siguiente frase: "Este verano qué quieres ser: ¿sirena o ballena?" Dicen que una mujer de Sao Paulo, cuyas características físicas no trascendieron le envió este mensaje a la casa Ranner respondiendo a su frase publicitaria. "Yo quiero ser ballena. Porque las ballenas están siempre rodeadas de amigos. Tienen una vida sexual activa, se embarazan y tienen ballenitas de lo más tiernas. Las ballenas amamantan. Son amigas de los delfines y se lo pasan estupendamente comiendo camarones... También se lo pasan bien jugando en el agua y nadando por ahí, surcando los mares, conociendo lugares maravillosos, como los hielos de la Antártida y los arrecifes de coral de la Polinesia. Las ballenas cantan muy bien y hasta tienen CDs grabados. Las ballenas son enormes y casi no tienen predadores naturales. Las ballenas tienen una vida bien resuelta, son hermosas y amadas por todos...
Sin embargo, las sirenas no existen. Si existieran, vivirían en permanente crisis existencial: ¿Soy un pez o soy una mujer? No tienen hijos pues matan a los hombres que se encantan con su belleza. No tienen por dónde hacer el amor. Son bonitas, sí, pero tristes y siempre solitarias. ¿Quién quiere acercarse a una mujer que huele a pescado fruto y que no tiene hoyito como salvavidas? En definitiva, que prefiero ser ballena".
Ojalá reaccionásemos siempre así ante la publicidad. No abriendo la boca como papanatas sino la mente como personas críticas que no entran al trapo de la seducción y, mucho menos, de la mentira. Ojalá que la educación abra sus puertas a estas trascendentales cuestiones.
¿Qué pasa con las verdaderas cualidades de la mujer o, mejor dicho, con los verdaderos valores del ser humano? ¿No importa nada ser inteligente, trabajadora, generosa, bondadosa, honesta, noble, servicial, compasiva, solidaria...? Claro que el problema afecta también a los hombres. Alguien preguntó que por qué tenían más éxito las guapas que las inteligentes y con sorna contestó la interpelada: "porque hay más hombres tontos que ciegos".